Winter Scavenging of Ungulate Carrion By Bald Eagles, Common Ravens, and Coyotes In Northern Arizona
Ungulate carrion supports an unusual canine-corvid-eagle winter scavenging guild in northern Arizona. To evaluate the effect of location and habitat on carcass use and longevity, between December 1996 and April 2008 we recorded 870 observations of Bald Eagles (Haliaeetus leucocephalus), Common Ravens (Corvus corax) and coyotes (Canis latrans) scavenging 123 ungulate carcasses: 103 elk (Cervus canadensis), 12 mule deer (Odocoileus hemionus), seven pronghorn antelope (Antilocapra americana), and one domestic cow (Bos taurus). Our temporal metric for measuring carcass longevity and scavenger presence was carcass-day (CD), numbered consecutively from the first day a carcass was recorded until it was consumed. We observed 38 separate carcasses (individual placement), 39 carcasses as part of three-carcass arrays in habitat associated with open, edge, and forest cover types (simultaneous choice), 22 carcasses left along the roadway where killed (monitored in place), and 24 carcasses partially skinned and/or cut open (facilitated). Elk carcasses lasted a mean 11.9 d (range 3–41), with 60% consumed during the first wk. Deer and pronghorn lasted 5.5 d (range 3–12) and 3.0 d (range 2–4), respectively. Ravens normally arrived by CD 3, Bald Eagles by CD 4, and coyotes by CD 6. Bald Eagles relied on ravens for discovery and sentinel duties, whereas both species depended on coyotes for accessibility. Winter- and road-killed carrion, not canine predation, drove carcass availability. Bald Eagles and coyotes used natural carrion more than human-influenced (road-killed or cut-open) carcasses, whereas Common Ravens were uninhibited by the latter. Removing ungulate carcasses from highway rights-of-way and partially opening them will promote quicker carcass consumption and safer avian scavenging by reducing potential for collisions with passing vehicles. A better understanding of the use of road-killed, large ungulate carrion may facilitate managing this supplemental food source as potential mitigation for other anthropogenic threats to both Bald and Golden Eagles (Aquila chrysaetos), including wind-energy development. La carroña de los ungulados sustenta en invierno a un inusual gremio de carroñeros formado por canidos-córvidos-águilas en el norte de Arizona. Para evaluar el efecto de la ubicación y del hábitat en el uso y la longevidad de los cadáveres, entre diciembre de 1996 y abril de 2008 registramos 870 observaciones de consumo de carroña por parte de Haliaeetus leucocephalus, Corvus corax y Canis latrans sobre 123 cadáveres: 103 de Cervus canadensis, 12 de Odocoileus hemionus, siete de Antilocapra americana y uno de Bos taurus. Nuestra métrica temporal para medir la longevidad del cadáver y la presencia de carroñeros fue el cadáver-día (CD), numerado consecutivamente desde el primer día en que se registró el cadáver hasta que se consumió. Observamos 38 cadáveres separados (ubicaciones individuales), 39 cadáveres en formaciones de tres cadáveres en hábitats asociados con tipos de cobertura abierta, de borde y bosque (selección simultánea), 22 cadáveres abandonados a lo largo de la carretera donde murieron (monitoreados) y 24 cadáveres parcialmente desollados y/o abiertos (facilitados). Los cadáveres de alce duraron una media de 11.9 d (rango 3–41), con un 60% consumido durante la primera semana. El ciervo y el antílope duraron 5.5 d (rango 3–12) y 3.0 d (rango 2–4), respectivamente. Los cuervos normalmente llegaron el CD 3, las águilas el CD 4 y los coyotes el CD 6. Las águilas se apoyaron en los cuervos para las tareas de descubrimiento y de centinela, mientras que ambas especies dependieron de los coyotes para la accesibilidad. La carroña de invierno y de los atropellos en carretera, pero no la de la depredación de cánidos, determinó la disponibilidad de cadáveres. Las águilas y los coyotes usaron la carroña natural más que los cadáveres de origen antrópico (atropellos en carretera o abiertos), mientras que los cuervos fueron inhibidos por los coyotes. La eliminación de los cadáveres de ungulados de los derechos de paso de las autopistas y su apertura parcial promoverá un consumo más rápido y seguro de la carroña por parte de las aves, al reducir las posibilidades de colisión con los vehículos en tránsito. Un mejor entendimiento del uso de la carroña generada por el atropello de grandes ungulados puede facilitar el manejo de esta fuente adicional de alimento como una medida de mitigación potencial de otras amenazas antrópicas a H. leucocephalus y Aquila chrysaetos, incluyendo el desarrollo de la energía eólica. [Traducción del equipo editorial]Abstract
Resumen

(a) Elk (n = 88, X̄ = 11.9 carcass d [CD]), (b) mule deer (n = 6, X̄ = 5.5 CD), and (c) pronghorn antelope (n = 7, X̄ = 3.0 CD) carcass longevity as measured by mean percent remaining (averaged across all carcasses for each species) and numbered in consecutive CD from initial placement or discovery until carcass depletion (<5% remaining) by scavenging Bald Eagles, Common Ravens, and coyotes in northern Arizona, during winters 1996–2008. Third order polynomial trend lines provide smoothed estimates of carcass depletion and evidence of strong, predictive relationships for carcass longevity.
Contributor Notes
Associate Editor: David E. Andersen